J O T A S C H N E I D E R

Jacqueline K. Schneider, estudió publicidad en la Fundación de Altos Estudios Universitarios. En el 2006 culminó la carrera de Dirección de Arte en la Escuela Superior de Creativos Publicitarios. Trabajó dos años como creativa publicitaria en la agencia de publicidad MVZ ARG. Actualmente asiste a un taller de pintura a cargo de Laura Delgado y trabaja en Visual Latina, como directora de arte.
Durante los últimos años ha dedicado su tiempo a encontrar nuevas formas de representar lo que más le gusta, a través de dibujos, flyers, estampados en remeras con diseños personales (proyecto tintafrida*), stencils, etc; y aún sigue buscando distintas formas de innovar y sorprender a quienes confían en ella al momento de trabajar.

LINKEDIN: Jackie Schneider
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Jacqueline Schneider worked as an Art Director in several advertising agencies for five years, dealing with clients such as The Coca Cola Company and Kelloggs. She studied in the Upper School of Creative Advertising and has a university degree in Advertisement and Marketing, and a Specialization in Art Direction. Hence, Jacqueline has a broad knowledge of graphic design, and is fully prepared to work with any of the design programmes (in Mac or Pc platform).
During the last years, Jacqueline has also been really involved in the Art Media, as she participated in several Art Courses, and had several expositions of her own works (paintings and illustrations).

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R E V I E W


Por Florencia Parodi

El dibujante argentino Ricardo Siri, conocido como Liniers, titula su blog “Cosas que te pasan si estás vivo”. Frente al dibujo, como espectadores, compartimos un factor obvio: estamos vivos. Y llegamos ahí con el deseo de dar con algo que exprese esa condición. Quizás porque la identificación resulta ser un alivio. Con ese propósito, el arte nos detiene y nos hunde en las cosas que nos acostumbramos a transitar por la superficie o a reconocer por su envoltorio, nos propone universos alternativos y revela éste. Parece querer devolvernos al idioma común y único previo a la torre de Babel, que son justamente las cosas que nos pasan por estar vivos.
En este sentido la ilustración tiene una propiedad singular, porque antes de aprender a leer y a escribir, supimos observar e improvisar dibujos. De alguna manera el arte visual nos resulta para siempre un alivio de la palabra, de su linealidad y mutabilidad lenta.
Jacqueline Schneider se vale del trazo, del color y de la imagen para comunicar. Saca punta y, así de afilada, nos propone su obra, las “cositas” (definición para siempre tentativa, por parte de la autora) que funcionan como un bisturí dispuesto a encontrar algo adentro nuestro, algo que está casi en la anatomía. Su trabajo tiene el doble filo de la ternura infantil combinada con la profundidad de quien sabe observar hondo. La paleta de la que dispone es un cajón desordenado en el que guarda lápices Faber-Castell nuevos, Crayola de los que tienen olor a frutas o a chicle, la Mac, una birome Bic bien criolla y algunas palabras: las justas (lo bueno, si breve, dos veces bueno). La materia prima que utiliza puede surgir de una investigación por armarios viejos como de la observación, limpia, de la naturaleza; y es sometida a una reelaboración constante: Algunos retratos requieren la economía de un solo ojo para omitir dos cejas mil veces dibujadas e inaugurar una visión. Otros prefieren flores, en lugar de ojos. El collage y la técnica mixta son los medios ideales para ella, porque a través de la superposición y en el diálogo que se pone en juego dentro de sus ilustraciones, Schneider encuentra el humor, el concepto y el mensaje. Son varias y eclécticas las herramientas con las que cuenta para concentrar varios universos de significado en una sola “cosita”.
Puede enfocar el ojo sobre una serie de mujeres comunes y hacerlas personaje en la representación, revelando algunos rasgos tal como aparecen, y convirtiendo otros en caricatura. De la misma manera, le es posible crear estas heroínas de la nada, combinando antifaces, cabelleras de Gorgona y hombros desnudos. Queda claro que la mirada se detiene en lo femenino, que para Schneider las generaciones parecen sucederse de madres a hijas, que el testimonio que se pasan de mano en mano es un legado de autosuficiencia y fortaleza, incluso en sus formas más redondas. Y como artista ella le hace honor a ese legado. Es activa tanto en la experimentación como en la exposición de su trabajo. Ir a sus exposiciones es comprobar el compromiso que tiene con la comunicación de su obra. Es capaz de armar la estructura sobre la cual se monta la muestra, en galerías o al aire libre, y pasar la jornada entre los espectadores, disfrutando de esa instancia que tiene que ver con mostrar el trabajo realizado y ser testigo de la recepción. Se involucra en proyectos que la invitan a desarrollar consignas desde puntos de partida originales (“Cómo es Dios” y “Proyecto Tarot Colectivo”, por ejemplo) y a ilustrar conceptos abstractos y complejos.
Y al resultado lo llamamos “cosita” porque una definición más exacta sería atroz. No son más –ni menos– que cosas que nos pasan por estar vivos, por ser nenes, grandes, mujeres, terrestres, huérfanos, viajeros, sensibles, humanos. Simplemente.